Pese a su formación y experiencia diplomática, Jorge Edwards Valdés ha sabido desenvolverse con tal éxito en el ámbito de la literatura, que se convirtió, con el tiempo, en uno de los exponentes más representativos de la narrativa chilena.
Durante su infancia, este chileno nacido el 29 de julio de 1931 en Santiago, fue educado por jesuitas. Ya universitario, el joven eligió estudiar derecho, carrera de la que se graduó en la Universidad de Chile en 1958. En esa misma época, Edwards comenzaba a transitar su carrera diplomática. Al año siguiente, el gobierno chileno envió a Jorge a estudiar Ciencias Políticas a la Universidad de Princeton y, tiempo después, se convirtió en secretario de la Embajada de Chile en París.
Su paso por la capital francesa no sólo tuvo importancia por su gestión, sino porque le permitió a Edwards trabar amistad con reconocidos exponentes de la literatura, como Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Julio Cortázar, entre otros. Con este antecedente como base, no llama la atención que, en 1967, ya de regreso en su tierra natal y con el cargo de Jefe del Departamento de Europa Oriental en el Ministerio de Asuntos Exteriores, haya publicado diversos libros de cuentos tales como “El patio”, “Gente de la ciudad”, “Las máscaras” y “El peso de la noche”.
Pronto se sumaría “Persona non grata”, una obra inspirada en sus experiencias como embajador en Cuba, donde apenas permaneció tres meses por haber sido declarado, precisamente, “persona no grata” por sus críticas y discrepancias con el régimen castrista. Al finalizar esa tarea, regresó a París como secretario de la Embajada.
Sin embargo, la carrera diplomática de Jorge Edwards no llegaría mucho más lejos. Luego del golpe de estado de Augusto Pinochet, el chileno se vio forzado a abandonar su actividad y a exiliarse en Barcelona, donde se dedicaría a la literatura y al periodismo, además de trabajar en la editorial Seix Barral.
En 1978, el periodista y escritor regresó a Chile para fundar y dirigir el Comité de Defensa de la Libertad de Expresión. A partir de allí, sumaría a su trayectoria un cargo de embajador de su país ante la UNESCO, numerosos reconocimientos y varias colaboraciones en diversos diarios, tanto latinoamericanos como europeos.
En materia de distinciones, cabe destacar que el autor de “El anfitrión”, “El sueño de la historia”, “El inútil de la familia” y “Fantasmas de carne y hueso”, entre otros títulos, que en 1979 ingresó en la Academia Chilena de la Lengua, ha sido condecorado en Francia como Caballero de la Orden de las Artes y Letras, recibió el Premio Nacional de Literatura, el Premio Cervantes y la Orden al Mérito de Gabriela Mistral.
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