La magia de la literatura reside en crear obras donde la imaginación vuela, donde se da vida a personajes y escenarios que se convierten aparentemente en reales. Ese es el poder que tienen los escritores y sus plumas pero ¿qué sucede cuando esos autores siguen ejerciendo dicho poder más allá de sus páginas?
Muy sencillo, surgen los llamados heterónimos. Esto no es ni más ni menos que la creación de autores ficticios, a los que se les hace una biografía y unas señas de identidad además de su propia obra, bajo los cuales se encuentran otros verdaderos.
Uno de los mayores escritores y poetas de la lengua portuguesa es Fernando Pessoa y destaca además por ser uno de los más prolíficos en la elaboración de heterónimos. Así, él dio vida a supuestos autores con nombres y apellidos que realizaron un extenso número de obras pero bajo todas esas identidades estaba él.
El origen del heterónimo
Desde tiempos inmemoriales parece haber existido la utilización de los heterónimos, no obstante, fue durante el esplendor del Romanticismo cuando esta se acrecentó. Y es que, en ese momento, la dualidad existente en el seno de la burguesía, que se debatía entre sus estrictas normas represivas y la libertad sexual del subconsciente, propició que muchas de las plumas más importantes se vieran en la necesidad de dar vida a otros autores ficticios para poder plasmar sus inquietudes.
Asimismo, es destacable que esa lucha interna que mantenían los burgueses, entre la moral y la absoluta libertad, también queda reflejada simbólicamente en libros como El Doctor Jekyll y Mr Hyde de Robert Louis Stevenson o El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde.
Pessoa y sus «otros yo»
Como decíamos anteriormente, si hay un autor que haya llevado a la práctica de modo continuo la creación de heterónimos ese ha sido el portugués Fernando Pessoa que llegó a contar con la friolera de setenta, y cada uno de los cuales tenía su propio conjunto de obras.
De todos ellos tres fueron los más importantes:
–Álvaro de Campos: ingeniero de origen portugués pero de estricta educación inglesa.
–Ricardo Reis: monárquico declarado cuyos trabajos literarios estaban marcados por las características del clasicismo más puro.
–Alberto Caeiro: campesino lisboeta, al que se definió como «poeta-filósofo», que no llegó a utilizar en ningún momento la prosa como medio de expresión
Autores ficticios estos, y otros muchos más como Bernardo Soares o Antonio Mora, que han convertido al mencionado Pessoa en una figura enigmática, objeto de estudio dado el afán que tenía por crear esos «otros yo».
Pero tampoco hay que olvidar que existen otros muchos escritores que también lo llevaron a la práctica. En España, sin ir más lejos, lo hicieron el ilustre poeta Antonio Machado o el gran Miguel de Unamuno. El primero engendró a Juan de Mairena (profesor de gimnasia) y a Abel Martín (maestro), mientras que el segundo hizo lo propio dando vida al poeta Rafael, fiel seguidor de Bécquer.
Félix Grande con su heterónimo Horacio Martín o Max Aub con Josep Torres Campalans son otros escritores españoles que apostaron por extender su literatura y su disyuntiva de pensamientos a través de unos ficticios «plumillas». Y todo ello en pro del enriquecimiento del arte de las letras.
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