Un amor fugaz

Carlos Dguez

Trabajaba siempre de noche,

regresando de madrugada,

a veces acompañada,

otras sólo bajaba de un coche.

 

Él la esperaba impaciente

y ella llegaba cansada,

sin ganas de no hacer nada

y él la miraba paciente.

 

Los lunes los destinaban

a pasear o ir al cine,

y ahí van, camine y camine,

y regresando cenaban.

 

Ay, mi colonia Doctores,

cuna de tantos recuerdos,

unos locos, otros cuerdos,

otros llenos de dolores.

 

Una noche el locutor

anuncia con mucho tino:

Juan Sabines, gobernador interino,

y su hermano, el poeta, era de él una especie de tutor.

 

Esa noche, al regresar,

como siempre, aburrida,

tengo que irme, mi vida,

le soltó él sin más, ella se puso a rezar.

 

Él del sur, ella de Hidalgo,

no volvieron a encontrarse,

él la busca hasta cansarse

sin poder encontrar algo.

 

Así termina esta historia

de dos almas que se amaron,

y cuando se separaron

renunciaron a la gloria.

          31/05/2018

 

  • Autor: Carlos Dguez (Offline Offline)
  • Publicado: 1 de junio de 2018 a las 06:30
  • Comentario del autor sobre el poema: Aunque un escritor tiene mucha imaginación y licencia para inventar historias, ésta es real, de mi paso por la Cd. de México. Han pasado 40 años y su imagen sigue clavada en mi mente. La amé como pocas veces se ama. Quizás lo hayas pensado y sí, se dedicaba a la prostitución pero el corazón no entiende de eso, simplemente la amaba, la amé sin condiciones ni reproches.
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 79
  • Usuario favorito de este poema: Violeta.
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Comentarios1

  • Cesar Sierra

    Wow, algo melancólica, pero logra transmitir esencia.

    • Carlos Dguez

      Gracias César, tienes mucha razón: bastante melancólica; han pasado 40 años y aún la busco. Me he llevado sustos porque como imaginarás hay muchas que coinciden en nombre y apellidos, y entre ellas apareció una ya difunta; afortunadamente para mí no era ella.
      Gracias por comprenderme, pues estas relaciones la sociedad las condena, pero a nosotros no nos importó en su momento, sabíamos a lo que no enfrentábamos, nadie engañó nadie.
      Un abrazo César, y nuevamente gracias.



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