La ciudad continúa disfrazando sus perros,
cruzan como fantasmas
que una vez tomaron el silencio de las calles.
Erarios que el asfalto condenó
al desperdicio vagabundo de la acera.
Criaturas enfermas,
libertadores del asfalto.
sus ladridos se afanan contra el polvo,
ascienden sobre el viento
que más allá del eco se corrompe
que más allá del mar muere en silencio
La ciudad, perro a perro
dejo sus almas en el callejón
donde la gente suele alzar un pie para orinar,
donde la gente perro a perro se aniquila
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