Desgarra un vals
las farolas del muelle
donde imagino:
mi madre en la pradera,
tras la línea del éxodo.
Bailando el vals,
sonríen a color
cinco italianas
para una foto sepia,
como son mis recuerdos.
Viví profundo
cuando todo soñaba,
sin sumergirme
en el rumor de estelas
que izan los alcatraces.
Me abismo así
bajo ese remolino,
en que se alía
con el remo y su espuma
la pasión del ancla.
Pudiera estar
ahora en Jerusalén
o en el Danubio,
seguro arrastraría
esta misma tristeza.
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