Es el mismo camino que condujo mi infancia.
Aquí está el mismo cerco, allí las zarzamoras
llenándose de polvo, allí la piedra agreste,
y un niño fantasmal que eternamente sigue.
Y el cabello camino verdea con el sauce,
cayendo en hondonada sobre el pecho.
Es el mismo camino. Allí está el horizonte
viviendo de crepúsculo, siguiendo al mismo niño.
Allí la zarzamora cubriéndose de polvo,
mientras miran los álamos testigos en el cerco.
Es el mismo crepúsculo adonde marcha el niño.
Y más allá, la historia que comienza ahora...
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Un poema lleno de imágenes, que nos trasportan y nos hacen recordar bellos momentos.
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