Afuera hay sol.
No es más que un sol
pero los hombres lo miran
y después cantan.
Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.
Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche
y barcos sedientos de realidad
bailan conmigo.
Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos.
Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.
Volver a Alejandra Pizarnik
pero, es rara la conexión de sus poemas con las ideas que saturan mi cabeza, y es más raro, porque entre todos sus versos, yo, aún sigo extinguiendo una partícula de mis poemas... y trato de no pensar en más muerte de mi rostro, pero, aún así el tiempo, y la razón de no-existencia queda en evidencia para no borrarlo, para no excomulgarlo del ciclo letal de la vida...
conocer la realidad,
es momento de...,
dejar libre al alma enjaulada[_]
dice que no sabe del miedo de la muerte del amor
dice que tiene miedo de la muerte del amor
dice que el amor es muerte es miedo
dice que la muerte es miedo es amor
dice que no sabe.
Estoy segura que muy pocos autores en la actualidad pueden siquiera imaginar cómo plasmar el sufrimiento a través de las letras, uno de ellos, sin duda es el poeta Ernesto Escobar, quien con el alma desgarrada escribió esto en su poemario Las Flores del tiempo:
Esto es mi reclusorio,
un lugar oscuro en mi alma,
en mi mente perturbada
y llena de pensamientos impuros,
una caída libre hacia el vacío,
una casa desolada.
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