Se alimentan las víboras
con lengua puntiaguda.
Deshaciendo,
rumiando odios estériles
que engendran nuevos odios.
Envenenando la penumbra de los días;
retrasando aún más, nuestra miseria.
Esculpiendo un futuro retorcido,
condenando, acechando,
haciendo del descrédito y la envidia,
su profesión y su filosofía.
Volver a Ana María Ardón