Fierros líquidos que se diluyen
En ecos subterráneos
Para decir que allí
Nos reencontramos
Con el vestido de otra noche.
Ahora, desnudo y solo,
Pienso en los trenes
En esos fugitivos durmientes
Que sorprenden
Por su risa esquelética
Y por su duro ser
De promesa incumplida.
Pienso en los trenes caducos
Y decrépitos; en los ojos
Convulsos que miran el mundo
Sin camino
Con las escamas
De un tiempo quemado
Por ese espejo frágil
De todos los días
Que nos atribula,
Hasta desvanecer la cristalería
Del pudor.
Nadie me vio entre las hojas
De antiguos mundos
Esa herida del presentimiento
Que lo hace a uno,
Como el suicida
Ver a través de tragaluces
Y barrotes.
Aun así tengo predilección
Por las distancias y los trenes:
La lejanía siempre tiene sabor
A mariposas
Y húmedo follaje.
3 de septiembre de 2003.
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