Poemas de Ángeles Carbajal
- A veces
- Ajuste de cuentas
- Algunas tardes de domingo tienen los ojos tristes
- Debajo corre el agua
- Detrás de la palabra nada
- Distraída felicidad
- Dos lugares en el mundo
- El lugar de la dicha
- En el camino
- En la historia del fracaso siempre hay una carta que nunca llega
- En la rama de un cerezo
- Estilo
- Estos frágiles instantes
- Extraño despertar
- Fui
- Insomnio
- Jardins du Luxembourg
- La primera palabra de tu regreso
- La soledad no sabe
- La sombra de otros días
- La tierra prometida
- Los ojos más dulces de la tierra
- Maleficio
- Mi casa
- Poética
- Qué extraña toda esa gente
- Razones
- Resaca
- Sólo un recuerdo
- Tarde de julio
- Tú
- Tu casa
- Tú, otra vez
- Últimos auxilios
- Un enamorado importuno presenta sus excusas
- Un espacio para tí
- Una gota de agua
- Viejos amigos
- Vivir
- Volver
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Ángeles Carbajal:
Estos frágiles instantes
Recuerda: estos frágiles instantes
que caminan hacia el olvido
no son la vida, somos nosotros.
Ella seguirá distante,
no va a pedir disculpas
ni ha de volvernos a ver.
Los ojos más dulces de la tierra
Desengañémonos:
aquellos que más nos quieren
no nos convienen nunca.
Acaban siempre
por tener que tomar alguna
decisión muy grave; nos dejan.
Cuando unos días más tarde
nos caemos en medio de la calle,
de dolor, de debilidad, de desamparo,
alguien a quien ni siquiera conocemos
es quien nos ayuda, y al despertar
en cualquier camilla de hospital descubrimos
en la enfermera de turno que nos cuida
los ojos más dulces de la tierra.
Una gota de agua
Una gota de agua sobre un cristal se vuelve a veces
un borroso círculo de polvo. Yo no quiero que esta
lágrima -y por eso me la trago
se convierta en otra cosa.
Jardins du Luxembourg
De un azul cielo, y leve, y perezoso,
pasean al atardecer, entre el día y la noche
como entre dos delicadezas.
Sonríen mientras leen, y en sus pupilas
hay algo transparente, tan dulce,
tan nunca sabré cómo ni por qué...
Desde las sillas verdes
que salpican los jardines,
apacibles ancianas me regalan
un instante de su serenidad,
sonríen al vernos pasar; jóvenes viajeros
con grandes mochilas y sin paz.
Mi casa
Margaritas, petunias, geranios,
vacas, grillos, cordeles, cestos,
mariquitas de Dios, maíz, telas de araña.
Las golondrinas dibujan
sobre la pared encalada
idénticos e irrepetibles vuelos.
Sombrero de paja, pantalón corto,
camisa vieja, alpargatas; un día más
en el ajetreo feliz de la casa
y de los días sin fin.
Sábanas blancas de algodón
revolotean en el aire.
Pero un día, blancas sábanas de algodón
y de infancia y de madre...
¿qué haré yo sin eternidad?
Un enamorado importuno presenta sus excusas
No fue mi intención,
disculpa.
No se elige el amor,
es como una marea...
No sé cuándo
devolverá a la playa
mi tembloroso corazón
desnudo y roto.