Pronto y entre nosotros hablaremos
y nuestra voz se perderá en el vacío
de palabras como silencios;
las miradas y los gestos: todo;
y el tiempo, suspendido como un soplo de brisa,
y solos,
hasta que otra voz se aproxime y nos diga
lo que somos una mota de polvo, y nos diga:
"podéis hablar ahora, es vuestro turno.
No más tarde ni antes: ahora"; y hablaremos
con prisa y con melancolía.
Nuestras propias palabras parecerán extrañas,
como las voces de otros.
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