Enero. Sus últimas
estancias. El sol
está más alto.
Alguna lagartija asoma
entre los setos.
Brotan ya los narcisos
con la misma pasión que un día
sentí sobre mi cuerpo.
Respiro hondo. Rejuvenezco
un poco y siento
-qué contradicción dulce-
que envejezco.
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Muchiiiiiiiiiisimo bien. OOOOOOOOle
Este poema también me gusta mucho.Siempre había pensado que la poesía era literatura para expertos,para gente muy inteligente y con muchos estudios.He envejecido,como tantos,con ese lastre que nos inculcaron en la escuela a golpe de castigos, de rodillas con los brazos levantados o de reglazos en las manos.Soy vieja,pero con la sencillez de este poeta,si la vida me regala un poco más de tiempo,podré saborear la dulzura de este placer de élite llamado poesía.Hablando de dulzor, ya es la hora de preparar el chocolate de la merienda para ir, después, a ordeñar la última vaca que me queda.
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