Porque el tiempo se mide, no se cuenta,
su luz a la distancia sobrevive,
el aire pierde espacio en la tormenta
y en el suelo extraño se percibe.
Porque el tiempo, se goza, no se cuenta
la secreta aventura que se vive,
burlas del horror y sed nos alimenta
y en alta noche amor su mano escribe.
Cuando en los ojos de la infancia advierto
el color sin colores de la vida
que al agua de los años diluye,
busca mi sed el agua que no ha muerto,
que aquí en la soledad de su guarida
el alma se hace, el cuerpo se destruye.
Volver a Bernardo Ortiz de Montellano