Astrolabio Catorce

De su viaje a Barcelona, Roxana, me ha traído una serie de imágenes: sus imágenes visuales, sus recuerdos, sus impresiones de esa ciudad luz; pero también, como testimonio de cordial amistad, diversos separadores de libros que el lector, ávido o perezoso, va incrustando en medio de las páginas para decir: Aquí me quedé, aquí voy sorbiendo hoja tras hoja la caligrafía de abrazada esencia y sabiduría.

El sobre trae impreso: Fira de Barcelona. En su interior, hay un total de dieciséis. El primero de Ediciones Oniro, recoge, muy finamente un pensamiento del Maestro Kwaisen que dice: Si deseas meditar serenamente,/ no necesitas ir a las montañas ni a los ríos;/ cuando tus pensamientos se han aquietado,/ incluso el mismo fuego/ resulta fresco y refrescante. Luego, Ediciones Polifemo, Alfaguara, haciéndole promoción a Ramón Saizarbitoria y a sus novelas Guárdame bajo tierra; le sigue Ann Tyler, cuya obra Cuando éramos mayores, nos deja la sensación de que los años no pasan; luego entre un rojo quemante y un negro diluido, Portugal na liber o prazer das palabras. Tusquets Editores, presenta en sus separadores: La falsa pista de Henning Mankell y El Angel Descuidado de Eduardo Mendicutti.

Finalizo el viaje con HomoSapiens ediciones de Argentina que trae impreso un cuentecito que gusta a los chiquillos. Se trata de La gallina pinta; y dice: Tengo una gallina pinta,/ piripinta, pitirrubia, pitiblanca,/ pintita, piripintita, pitirrubita/ y aliblanquita./ Tiene unos pollitos pintos,/ piripintos, pitirrubios, pitiblancos,/ pintitos, piripintitos, pitirrubitos/ y aliblanquitos./ Si la gallina no fuera pinta,/ piripinta, pitirrubia, pitiblanca,/ pintita, piripintita, pitirrubia/ y aliblanquita,/ los pollitos no serían pintos,/ pitirrubios,/ pitiblancos,/ pintitos,/ piripintitos,/ pitirrubitos/ y aliblanquitos. ¡Qué fabulosa la luz del idioma y qué extraordinaria la fresca composición de malabares acústicos propios de nuestra lengua!

En el marco de este recuento, acabo de recibir vía mi correo, la noticia de que Claudio Guillén, hijo de uno de mis poetas predilectos Jorge Guillén, ha sido incorporado a la Real Academia española con su discurso, “De la continuidad. Tiempos de historia y de cultura”. El tema central es el exilio, del que en páginas anteriores ya me he referido. En dicho discurso de incorporación, don Claudio expresa: la rotura del exilio es más que una circunstancia. En la vida del exiliado, rota como se rompe un hueso, la experiencia de la historia es no menos constante que avasalladora; y los procesos políticos atraviesan el ser de la persona, calándola hasta las entrañas… Cada quien, desde su propia óptica y piel, ha vivido el exilio: doloroso y dramático, frío y perturbador, silencioso y mortífero.

Ahora que recuerdo, Rainer María Rilke, escribió: «Y si llegaras a estar en una prisión cuyos muros no dejaran que tus sentidos capten los ruidos del mundo, ¿no te quedaría todavía tu niñez, esa riqueza incalculable, real, ese baúl de recuerdos? Es en ella en la que debes concentrar tu atención. Trata de sacar a la superficie las sensaciones enterradas en ese vasto pasado.»

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