El invierno es inaudito como tantas cosas que suceden alrededor. A veces la desesperanza me corroe; los pensamientos caen como hojarasca sobre el rumor de la tierra. Hay desapego hacia todo. Navego en esas aguas a la deriva, en la sorda linterna de una neblina espesa. Todo cae. Cae la dulzura de la boca; cae el encanto y la magia de las sombras. Cae el hombre sin sosiego a la caverna…
Me deja perplejo lo limitado y perecedero; la disquisición del tiempo en su infinitud de acantilado que roba la rebelión de la certidumbre y la edad que del pecho sale. Tiene que haber un error, me digo, cuando el entusiasmo caduca y la alegría se vuelve un murmullo ininteligible.
A cierta edad, el hombre encaja con los atardeceres. Sólo a cierta edad. Mira y, el reloj del puño y el de sus emociones se desmorona, como el espejo quebrado por su propio resplandor. A cierta edad, ya ni siquiera sonreímos: el hilo de la vida se torna enigmático y frágil como la porcelana del cansancio.
Después de las andanzas vienen los epitafios como el pasto largamente reprimido por el destino. La lengua y los labios caen al subsuelo de la gangrena. El pie que antes fue una gacela o saeta, tiene el granito de la cautela y el titubeo. Morir o envejecer no es otra cosa que dar paso a otros pensamientos, a otras palabras enigmáticas e impredecibles como la vida misma.
Comentarios3
me parece que está muy inspirador el poema, yo creo que tam. debería haber sobre la adolescencia.
me gustó mucho
me pareció bastante interesante, tiene una profundidad axiologicabastante buena, es muy cierto, ojala muchas personas lo leyeran....
yo quisiera saber tendre algun parentesco familiar mi familia es de españa y en venezuela somos pocos de apellido albi si alguien se puede comunicar conmigo lo agradesco mucho
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