Astrolabio Once

Acabo de recibir por la vía del correo tradicional el penúltimo libro editado por el poeta David Escobar Galindo. Se trata de «Trasluz»: un poemario novedoso por cuanto la forma poética empleada por David, no es el soneto, el verso libre, el romance, la lira, el haiku, sino el tanka que es la forma poética más antigua de Japón.

El tanka, pese a los siglos de su existencia y a los desgarramientos planetarios de la humanidad, constituye una forma culta, de especial delicadeza, en la que la sabiduría ha sido depurada en la hondura abierta de las luciérnagas.

Sin duda el tanka es de las formas más frescas, pese a que su existencia, como acoté antes, data de más de 1400 años. Todos estos años le han dado una fervorosa frescura de cerezo. De hecho, toda forma poética es gratificante cuando se convierte en realización personal, en ejercicio de síntesis suprema. En David estas semillas de magnificencia son más que sonrientes inciensos en el templo de la sabiduría y la cultura.

En otras latitudes ha habido un par de grandes cultores de esta forma: recordemos a Octavio Paz con la traducción de Sendas de Oku, junto al insigne maestro japonés Hayashiya. Borges también anduvo en este perpetuo camino despertando el aliento del karma, despertando la intrépida flor entre chubascos de polen. Pero bien, dejemos a David que nos deleite con una muestra:

Hilo de hormigas
Por la pared del día.
Viene la noche
Siguiéndole los pasos
A esa excursión sagrada.

***

Cuando el rocío
Nos corona las sienes
Tenemos más
Realeza que las áridas
Monarquías reinantes.

***

De las palabras
Me quedo con los ecos,
Pues no hay ninguna
Palabra superior
Al eco que la habita.

***

Cuando el latido
Vuela del corazón
Hacia lo ignoto,
Nos queda resonando
Un rumor de parábola.

***

Nunca sabré
Dónde termina el vuelo,
Dónde comienza
La angustia estacionaria.
Soy un puente inconcluso.
Barataria, 20.10.2006

Más información sobre André Cruchaga