Al periodista y escritor Abelardo Díaz Alfaro se lo suele considerar dentro del género del cuento como el exponente del criollismo más relevante de Puerto Rico, el país que lo vio nacer un 24 de julio. Algunas versiones sitúan este acontecimiento en 1916, mientras que otras fuentes lo ubican en el año 1919.
Sus padres fueron la maestra Doña Asunción Alfaro Pratts y el pastor Abelardo Díaz Morales, quienes contrajeron matrimonio en 1908 y formaron una familia numerosa con ocho descendientes.
Al repasar la vida de Abelardo es posible determinar que asistió en su juventud al Instituto Politécnico de San Germán para cursar el bachillerato en artes. Después fue alumno de la Universidad de Puerto Rico, donde se instruyó en Trabajo Social. Se especializó asimismo en Psicología y, dado su interés por el universo artístico, aprendió pintura en la Escuela Superior de Ponce.
Su labor como trabajador social en áreas rurales le permitió entrar en contacto con los campesinos, en cuyas vivencias y realidades se inspiró al momento de elaborar gran parte de su producción literaria.
Quien fuera además encargado de supervisar leyes de menores en el Departamento del Trabajo y colaborador de la emisora WIPR Radio enriqueció con sus textos las páginas de diversas revistas y periódicos.
Entre los libros que contribuyeron a ampliar su popularidad a nivel internacional por haber sido traducidos a múltiples lenguas y editados en numerosos países aparecen “Terrazo”, “Los perros” y “Mi isla soñada”.
En relación al plano personal, hay que señalar que Abelardo se casó con Gladys Meaux y tuvo hijos.
El 22 de julio de 1999, las letras puertorriqueñas quedaron un poco más huérfanas al perder a Abelardo Díaz Alfaro, un hombre que las nutrió durante años gracias a sus habilidades narrativas. Desde entonces, este intelectual ha sido objeto de varios homenajes que buscan realzar su figura y mantener vivo el interés por su legado.
Comentarios1
Gracias por ese sentido homenaje a un gran compatriota nuestro que amaba profunda y entrañable nuestra tierra. Gracias, Verónica ,por todo.
Gracias a ti, Edna, por tomarte el tiempo para leer y comentar. ¡Saludos!
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