Al sumergirnos en la historia de la literatura noruega, encontramos entre los exponentes más destacados de todos los tiempos a Alexander Lange Kielland.
Este autor, miembro de una próspera familia dedicada al rubro comercial, nació en la localidad de Stavanger el 18 de febrero de 1849. A diferencia de lo que ocurre con mucha gente, a él la buena posición económica que le permitió crecer sin sobresaltos, recibir una educación sólida y tener oportunidades de progreso no lo encegueció: aún cuando llegó a ser propietario de una fábrica, mantuvo siempre su sensibilidad y respeto hacia los trabajadores, además de solidarizarse e involucrarse con las causas de los sectores más desfavorecidos de la sociedad.
Cuando empezó a dedicar tiempo a la escritura, se transformó por medio de sus textos en un portavoz de problemáticas sociales. Sus aportes al mundo de las letras han quedado inmortalizados a través de publicaciones como “Cuentos breves”, “Else”, “Trabajadores”, “Veneno”, “Fortuna” y “El capitán Worse”, obras traducidas a diferentes idiomas que, pese al paso de los años, no han perdido vigencia. Como lector, se interesó por la producción de autores como Georg Brandes, Soren Kierkegaard y Charles Darwin, entre otros.
De acuerdo a los datos que Tor Obrestad incluyó en la biografía de Kielland, este hombre que en 1891 (tiempo después de regresar de Francia para trabajar como redactor del periódico Stavanger Avis) se desempeñó como alcalde en la ciudad que lo vio nacer y en 1902 fue elegido en More og Romsdal como gobernador padeció a lo largo de su vida varios problemas de salud. Diversos ataques al corazón y múltiples complicaciones derivadas de su sobrepeso no fueron suficientes para que Alexander, a quien se define como un apasionado por la comida, cambiara sus hábitos alimenticios.
El 6 de abril de 1906, este escritor noruego falleció.
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