El 28 de marzo de 1810, en la ciudad de Lisboa, se produjo el nacimiento de Alexandre Herculano de Carvalho e Araújo, un hombre que se convertiría en uno de los principales exponentes del Romanticismo en Portugal.
Conocido en nuestra lengua como Alejandro Herculano, se formó en Matemáticas, Lógica, Retórica y Latín, pero no tuvo la posibilidad de asistir a la universidad debido al fallecimiento de su padre a temprana edad. De este modo, Herculano realizó un curso de Diplomacia y Comercio con el objetivo de desempeñarse como funcionario administrativo. La literatura, de todos modos, siempre estuvo entre sus intereses.
En 1831, su oposición al régimen absolutista de Miguel I de Portugal lo llevó al exilio. Primero viajó a suelo inglés y luego se instaló en Francia. En territorio galo, Herculano se acercó a las obras de Víctor Hugo, François Guizot y Félicité Robert de Lamennais y escribió algunos de sus poemas más conocidos.
Más adelante regresó a su tierra como parte del ejército de Pedro IV de Portugal, participando en combates pero centrándose en actividades que buscaban lograr una reforma cultural. En este contexto, dirigió la biblioteca de Oporto y fue el máximo responsable de O Panorama, un diario de Lisboa.
Electo diputado en 1840, Herculano se alejó momentáneamente de la política tras el golpe de Estado que llevó a cabo António Bernardo da Costa Cabral. A partir de entonces, se dedicó por un tiempo solo a la literatura y a trabajar como bibliotecario. De todos modos, más adelante apoyó al gobierno instaurado tras otro golpe en 1851 y luego se pasó a la oposición, siendo elegido alcalde de Belém.
Su obra literaria se compone de poemas, libros de historia y novelas. “El párroco de la aldea”, “Historia de Portugal”, “Solemnia verba”, “Historia del origen y establecimiento de la Inquisición en Portugal”, “El arpa del creyente”, “La voz del profeta” y “Eurico el presbítero” son algunos de sus principales trabajos, donde reflejó su oposición a las instituciones eclesiásticas.
El 13 de septiembre de 1877, en la zona rural de Santarém, Alexandre Herculano murió después de rechazar en sus últimos años diversos premios y reconocimientos.
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