Al sumergirnos en el patrimonio uruguayo en materia literaria adquiere relevancia la figura de Alfredo Mario Ferreiro, un periodista y escritor que nació el 1 de marzo de 1899 en Montevideo.
María Celia Martínez y Arturo Ferreiro fueron los progenitores de este autor que, entre 1917 y 1920 elaboró textos para medios como “La Razón” y “El Siglo”. Temporadas después se convirtió en colaborador de “La Cruz del Sur”, revista que dejó en 1929 con el objetivo de lanzar “Cartel”, una publicación que dirigió con su colega Julio Sigüenza.
Su debut como poeta se produjo en 1927 al dar a conocer “El hombre que se comió un autobús”. Con “Se ruega no dar la mano (poemas profilácticos a base de imágenes esmeriladas)”, que salió a la luz en 1930, renovó la atención de críticos y lectores por su desempeño literario.
Entre 1934 y 1938, según se advierte al repasar su trayectoria, Mario integró el Consejo Editor perteneciente a la Sociedad de Amigos del Libro Rioplatense. Tampoco se puede pasar por alto que, en abril de 1933, con Gabriel Terra en el poder, formó parte de la Asamblea Deliberante.
Ya alejado del ámbito poético, Ferreiro concentró su energía en el desarrollo de notas de opinión, crónicas y artículos de humor que aparecieron en las páginas de “Marcha”, “Peloduro”, “El Diario” y “Mundo Uruguayo”. Cabe destacar que, a la hora de identificar algunas de sus redacciones, apeló a los seudónimos de AmF, Gong y Marius.
Este hombre que, a modo de reconocimiento a su legado, tiene una calle con su nombre en la capital de su país, encontró la muerte el 24 de junio de 1959 en Montevideo. En 2009, a fin de renovar el interés general por su legado, se llevó a cabo un seminario sobre la vanguardia de América Latina y se editó un volumen titulado “Alfredo Mario Ferreiro: una vanguardia que no se rinde”.
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