El sacerdote y escritor mexicano Alfredo Placencia Jáuregui, a quien los amantes de la lectura recuerdan por obras como «El libro de Dios», «El paso del dolor» y «Del cuartel y del claustro», nació en el municipio de Jalostotitlán el 15 de septiembre de 1875.
Este hombre, según se advierte al repasar su historia, tuvo una juventud y adultez sufrida a raíz de sucesivas muertes en su entorno familiar. El autor perdió a su padre (un sastre llamado Ramón Placencia Flores) en agosto de 1896; catorce años más tarde, el destino lo llevaría a enfrentar la muerte de su madre, Doña Encarnación Jáuregui García, y, en abril de 1918, quedaría golpeado por dos nuevas pérdidas: en esta ocasión, despide a sus hermanos Cristina e Higinio.
En 1920, quien ingresara al Seminario Conciliar de San José (Guadalajara) en 1887 se convierte en padre de Jaime, tal como bautiza al niño que nace como fruto del amor que lo une a Josefina Cortés. Por ser sacerdote y conocer las derivaciones negativas que tendría el reconocimiento de un hijo, este escritor señalado por muchos intelectuales como uno de los poetas más sobresalientes del México del siglo XX, evita ponerle su apellido.
En 1923, tras años de viajar por su país ayudando gente y evangelizando a distintos pueblos, Placencia se trasladó a Los Ángeles, donde se dedicó a asistir y auxiliar a inmigrantes de nacionalidad mexicana. Poco después, para no ser perseguido por motivos religiosos, se instaló por un tiempo en El Salvador.
Alfredo Placencia, a quien se puede apreciar como poeta desde este espacio gracias a las creaciones poéticas de su autoría recogidas por Poemas del Alma, falleció el 20 de mayo de 1930 y, desde entonces, sus restos se encuentran en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, un monumento localizado en el cementerio conocido como Panteón de Belén.
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