Nació en una familia perteneciente a la nobleza y murió pobre. En 78 años de vida, Alphonse Marie Louis Prat de Lamartine atravesó diversas vicisitudes pero logró ingresar en la historia grande de la literatura francesa.
Su nacimiento tuvo lugar el 21 de octubre de 1790 en la ciudad de Mâcon, ubicada junto al río Saona. En su juventud pudo viajar por diferentes regiones hasta que, en 1814, se inició en la diplomacia gracias a su compromiso con la restauración de la Casa de Borbón tras la caída de Napoleón Bonaparte.
Mientras trabajaba en el ámbito de la política, Lamartine comenzó a desarrollar su faceta como escritor. “Saül”, publicado en 1818, fue su primer libro. Luego presentó “Méditations poétiques” (“Meditaciones poéticas”) y “Nouvelles méditations” (“Nuevas meditaciones poéticas”) y, en 1829, ingresó a la Academia Francesa.
Diputado, gobernador y canciller, en su paso por la gestión pública luchó por abolir la pena de muerte y la esclavitud, fomentó la formación laboral y defendió la democracia. A finales de 1848, después de no tener éxito en una elección para presidente, decidió retirarse del mundo político y se concentró en la literatura.
“La caída de un ángel”, “Raphaël”, “Armonías poéticas y religiosas”, “Graziella”, “Historia de los girondinos”, “Los recogimientos” y “Jocelyn” son otras de las obras que publicó a lo largo de su trayectoria, que incluye poemarios, ensayos, novelas y biografías.
Empobrecido, Alphonse de Lamartine murió el 28 de febrero de 1869 en la capital francesa. Desde entonces está considerado como un pionero del romanticismo y como un autor que influyó en el desarrollo del simbolismo. Lamartine también es señalado como una influencia relevante para el Salón Literario que, en 1837, reunía en Buenos Aires a personalidades como Esteban Echeverría, Marcos Sastre, Juan Bautista Alberdi y Miguel Cané, entre otros escritores y dirigentes políticos.
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