En Brasil, más precisamente en la ciudad de São Luís, tuvo lugar el 14 de abril de 1857 el nacimiento de Aluísio Tancredo Gonçalves de Azevedo, un hombre que además de dedicarse a la escritura sumó experiencia como periodista, caricaturista y diplomático.
Este descendiente de la pareja conformada por Emilia Amália Pinto de Magalhães y David Gonçalves de Azevedo demostró talento artístico desde muy joven. A fin de complementar sus habilidades naturales con una base académica, en 1876 se instaló en Río de Janeiro para asistir a la Academia Imperial de Bellas Artes. Por ese entonces, diversos periódicos (entre ellos, “O Fígaro” y “A Semana Ilustrada”) publicaban sus ilustraciones.
El fallecimiento de su progenitor lo hizo regresar a la localidad que lo vio nacer para colaborar con la economía familiar. En esa época aprovechó su tiempo para crear historias. Su debut como novelista fue hacia fines de 1879 con “Uma lágrima de mulher”, pero su popularidad fue en aumento a partir del lanzamiento en 1881 de “O mulato”. Con los años ampliaría su producción literaria con propuestas como “Casa de pensão”, “O homem”, “O cortiço” y “A mortalha de Alzira”.
Quien fuera uno de los miembros fundadores de la Academia Brasileña de Letras (donde llegó a ocupar el sillón número cuatro) también llevó a cabo tareas diplomáticas desde 1895. Con ese desafío, después de haber trabajado en países como España, Italia, Paraguay y Japón llegó a la ciudad argentina de Buenos Aires en 1910. Allí Aluísio Azevedo convivió con Pastora Luquez.
Lamentablemente, el suelo argentino fue escenario de su muerte, hecho que tuvo lugar el 21 de enero de 1913. Cinco años después, gracias a una iniciativa impulsada por el profesor, político y escritor brasileño Henrique Maximiano Coelho Neto, sus restos fueron llevados a São Luís, su tierra natal, para su descanso eterno.
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