En 1909 se produjo en una hacienda de la provincia de Canas el nacimiento de Andrés Alencastre Gutiérrez, un autor y profesor peruano que desarrolló su producción literaria tanto en español como en quechua cusqueño. Desde la perspectiva del afamado escritor José María Arguedas, este hombre que firmó varios textos con el seudónimo de Kilku Warak’a fue el poeta quechua más sobresaliente del siglo XX.
Tras completar la escuela primaria, Andrés fue alumno del Colegio Salesiano de Cusco y, más tarde, amplió sus conocimientos en el Colegio Nacional de Ciencias y Artes.
Entre 1940 y 1945 se instruyó en la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, graduándose en Educación con una tesis titulada “La alfabetización en el Perú”. Por esa época demostró su creatividad artística componiendo huainos como “En la laguna de Layo”, “Maizalito quebradino” y “Puna desolada”. Asimismo, captó la atención de comunidades quechuas con una obra teatral denominada “Pongo Killkito”. La composición poética “Illimani”, en tanto, le dio la posibilidad de brillar en un certamen de poesía celebrado en territorio boliviano.
Mientras sumaba experiencia literaria, Alencastre Gutiérrez dio clases de castellano en la ciudad de Sicuani y se puso al frente de la cátedra de quechua. “Fonética, semántica y sintaxis del quechua” fue la tesis que presentó en 1960 a fin de obtener el doctorado en Letras.
Varias propuestas dramáticas de su autoría salieron a la luz en 1950 como parte del volumen “Dramas y comedias del Ande”. Con el tiempo, renovó el interés de críticos y lectores mediante publicaciones como “Taki parwa”, “Taki ruru” y “Yawar para”.
El último tramo de su existencia transcurrió en una propiedad que su familia poseía en los páramos de la zona de Canas. Allí, en el marco de una disputa por el territorio, fue asesinado por campesinos el 1 de agosto de 1984. Según versiones que llegan hasta estos días, su cuerpo fue mutilado.
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