Ángel Ganivet

Cuando buceamos en lo más profundo de la historia literaria española descubrimos personalidades que nos dejaron, a través de sus textos, legados culturales dignos de conocer y de rescatar del olvido.

Ángel Ganivet García, por ejemplo, fue un intelectual que cultivó la prosa, el ensayo, la novela y hasta probó suerte como autor teatral.

La vida de este hombre que también desarrolló tareas diplomáticas comenzó el 13 de diciembre de 1865 en Granada. El destino quiso que se quedara huérfano de padre a poco de cumplir su primera década de existencia y que, meses después, corriera el riesgo de perder una de sus piernas a raíz de una fractura.

En su juventud, tras completar el bachillerato, se formó con excelentes calificaciones tanto en Filosofía y Letras como en Derecho. Instalado en territorio madrileño, el autor hizo un doctorado y presentó una tesis titulada “La importancia de la lengua sánscrita”. En dicha región, además, consiguió un cargo en la biblioteca del Ministerio madrileño de Fomento por haber ganado las oposiciones al Cuerpo de Archivos, Bibliotecas y Museos. Por esa época, quien fuera amigo de Miguel de Unamuno frecuentó el Ateneo de Madrid y asistió a numerosas tertulias literarias.

Aunque no se unió en matrimonio con Amelia Roldán Llanos, Ganivet formó con ella una familia con dos descendientes: Natalia, su primogénita, falleció poco después de su nacimiento.

Al repasar la vida y obra de este español que vivió en Amberes (Bélgica) tras ser designado vicecónsul también salen a la luz sus experiencias como cónsul en Finlandia y Letonia. “España filosófica contemporánea”, “Granada la bella”, “Idearium español”, “El escultor de su alma” y “Los trabajos del infatigable creador Pío Cid”, en tanto, son algunos de los títulos que permiten apreciar su talento para la escritura.

Enfermo de sífilis, abrumado por una crisis espiritual e inmerso en una profunda depresión, el 29 de noviembre de 1898 Ángel Ganivet García se suicidó arrojándose a las aguas del río Daugava desde una embarcación.