Entre todos los hombres y mujeres que, a lo largo de la historia, enriquecieron con su labor a las letras chilenas se encuentra Armando Moock Bousquet, un escritor y dramaturgo que nació en Santiago de Chile el 9 de enero de 1894.
Los datos que se han averiguado sobre su vida dan cuenta que este autor pretendía ser arquitecto, aunque su pasión por el teatro fue más fuerte y lo llevó a resignar sus años de estudio universitario para dedicarse por completo al mundo artístico. A juzgar por los resultados, su elección fue acertada ya que le permitió vivir de lo que a él más le atraía.
Quien publicara algunos versos e ilustraciones en la revista «El Veraneante» estrenó su primera pieza teatral, bautizada como «Crisis Económica», cuando sólo contaba con veinte años de edad. Con el tiempo llegarían «Isabel Sandoval, modas», «Pueblecito» y «La Serpiente», entre muchas otras historias que no sólo serían traducidas a un gran número de idiomas sino que además serían adaptadas a la pantalla grande.
Como novelista, este chileno que ocupó diversos cargos públicos (fue vicecónsul en París y cónsul y agregado cultural en localidades como Vigo, Barcelona, Mendoza y Buenos Aires) demostró ser también un hombre habilidoso ya que «¡Pobrecitas!» y «Sol de amor» contribuyeron a ampliar su popularidad por fuera de la nación que lo vio nacer.
El Premio Elena Elguín, el Premio Municipal de Santiago y el Premio del Consejo Nacional de Cultura Argentina son algunos de los reconocimientos que recibió Armando Moock por su destacado desempeño como autor.
El 30 de noviembre de 1942, el también responsable de propuestas como «Mocosita», «Rigoberto», «María de las camelias» y «Algo triste que llaman amor» encontró la muerte en Buenos Aires.
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