La vida del español Armando Palacio Valdés, quien además de cultivar el género de la novela se dedicó a la crítica literaria, comenzó el 4 de octubre de 1853 en la localidad de Entralgo perteneciente al concejo de Laviana.
Este descendiente de la pareja conformada por Eduarda Valdés y un abogado llamado Silverio Palacio recibió formación académica primero en Avilés y, a partir de 1865, se educó en Oviedo, donde residió junto a uno de sus abuelos mientras cursaba el secundario. Por esa época descubrió a “La Ilíada”, un material que despertó su interés por la mitología, la Historia y el mundo de las letras.
Tras completar en 1870 el bachillerato en Artes, Armando se instaló en suelo madrileño con el propósito de instruirse en Leyes. En la capital de España fue parte de la tertulia del Bilis Club y llegó a dirigir “Revista Europea”, publicación en la cual aparecieron artículos de su autoría que, con el tiempo, fueron recogidos en el volumen “Semblanzas literarias”.
Este hombre que contrajo matrimonio en dos oportunidades (su última compañera fue Manuela Vega y Gil, su esposa desde 1899, mientras que su primera mujer fue Luisa Maximina Prendes, fallecida en 1885) demostró sus habilidades para la escritura a través de títulos como “El señorito Octavio”, “Marta y María”, “El idilio de un enfermo” y “El cuarto poder”.
Palacio Valdés, quien llegó a integrar la Real Academia Española (RAE), encontró la muerte en territorio madrileño el 29 de enero de 1938. Para honrar su legado y recordar siempre su figura, se decidió homenajear al también responsable de “Riverita”, “Maximina”, “Tristán o el pesimismo”, “La aldea perdida”, “La novela de un novelista” y “El pájaro en la nieve y otros cuentos” con un busto emplazado en cercanías de su hogar natal, una placa conmemorativa en una de las propiedades que habitó y bautizando con su nombre a un colegio público y a un teatro.
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