La vida del escritor español Basilio Fernández López comenzó en la localidad de Valverdín el 28 de julio de 1909, en el marco de una familia numerosa.
Este autor, el menor de cinco varones, recibió instrucción académica primero en la Escuela de Comercio, más tarde en la Academia Jovellanos y, por último, en el Instituto Jovellanos. En ese contexto estudiantil llegó a trabar amistad con Luis Álvarez Piñer y se convirtió en discípulo de Gerardo Diego, quien lo puso en contacto con referentes de la Generación del 27 y lo acercó a los movimientos poéticos más novedosos de la época.
Antes de la década del ’30, Fernández López cursó Derecho en Oviedo, carrera que continuó en la capital española. Por ese entonces sumó a su círculo de amigos a Gonzalo Torrente Ballester.
Tras aportar contenidos poéticos a la publicación literaria “Carmen”, Basilio se trasladó por un tiempo a la ciudad italiana de Perugia y siguió estableciendo vínculos con figuras del ámbito artístico.
Quien fuera parte del ejército de la República en Asturias y miembro del ejército de Franco, aunque se ganaba la vida en el rubro de la alimentación como representante familiar y se hizo cargo a partir de 1949 del negocio de su padre, dio a conocer su obra “Hombre erguido” desde las páginas del suplemento literario perteneciente al periódico “Il Mare”.
“Hay un mayo cualquiera”, “Cinco poemas para convalecientes”, “Solitude, optional april”, “Canciones a María Luisa”, “Mano sin rosas” y “Raudos contornos donde el silencio persevera” son propuestas que permiten apreciar las habilidades literarias de este hombre que encontró la muerte de manera repentina el 18 de abril de 1987 mientras se encontraba en Gijón. En 1991, su sobrino renovó el interés general por su figura lanzando un volumen con poesías de Basilio: un año después, se le concedió el Premio Nacional de Literatura de Poesía, quedando así en la Historia por haber sido el primer escritor fallecido en merecerlo.
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