El 9 de diciembre de 1970 nació en la localidad francesa de Boullogne-Billancourt Anna Gavalda, una escritora y periodista divorciada que, en la actualidad, vive junto a sus hijos en Melun, una ciudad ubicada a pocos kilómetros de París.
A esta autora que se crió junto a su familia en un barrio de clase alta de la capital francesa, la fama a nivel mundial le llegó en 1999 con la publicación de «Quisiera que alguien me esperara en algún lugar», una colección de historias cortas que lanzó mientras se ganaba la vida en el rubro periodístico. Ese material que pronto acumuló buenas críticas y llegó a batir récords de ventas le permitió a Gavalda, quien para ese entonces ya tenía en su haber el Premio France Inter por «La carta de amor más hermosa», apoderarse en el año 2000 del Grand Prix RTL-Lire y conquistar mercados internacionales a partir de las múltiples traducciones que se hicieron del libro.
Años más tarde, esta destacada exponente de las letras francesas que fue educada por monjas volvió a demostrar sus increíbles aptitudes literarias a través de trabajos como «La amaba», «35 kilos de esperanza», «Juntos, nada más» y «El consuelo».
Lejos de ser una escritora convencional que crea historias a partir de su imaginación, Gavalda es una novelista inquieta y ávida de conocimientos que acostumbra elaborar relatos una vez que ha terminado el proceso de investigación correspondiente a las temáticas elegidas para plasmar en un libro. «Lo bueno de ser periodista o escritor es que nos pagan por aprender y contarlo», aseguró esta francesa en una oportunidad.
En sus ratos libres, Anna Gavalda suele leer grandes clásicos de la literatura universal. Según ha expresado esta mujer que, para la revista «Voici», es una «descendiente lejana» de la cuentista y poeta estadounidense Dorothy Parker, Honoré de Balzac y William Shakespeare figuran entre sus autores preferidos.
Comentarios1
Resulta edificante conocer las referencias de una exitosa escritora mujer que siendo tan joven ha logrado tantos éxitos, más aún cuando declara que siendo periodista tiene la dicha de ser "pagada" por aprender y publicar, hecho que resulta una encantadora estrategia que asegura el éscito de las nuevas periodistas que se perfilan en la arena literaria. Estraordinario artículo, gracias por haberlo publicado.
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