Biografía de Arthur Conan Doyle

Aquí tenemos uno de esos casos donde el personaje de ficción supera a su creador. No hay dudas de que el detective Sherlock Holmes es infinitamente más popular que Arthur Ignatius Conan Doyle, el escritor escocés que imaginó sus aventuras.

Nacido el 22 de mayo de 1859 en Edimburgo, Doyle cursó estudios de medicina en la universidad de su ciudad natal, donde conoció al profesor Joseph Bell. Este doctor se caracterizaba por difundir entre sus alumnos el método analítico por el cual, a partir de la observación de detalles mínimos, se infería la mayor cantidad de información posible. De esta forma, Bell fue la principal inspiración para que el escritor diseñe la personalidad de Sherlock Holmes.

Doyle fue cirujano en un ballenero, trabajó en un consultorio de Southsea y sirvió como médico del ejército en la Guerra de los Bóers. A su regreso, en 1902, le fue concedido el título de Sir por los servicios que prestó y por la obra que escribió sobre el conflicto con el título “La guerra en Sudáfrica: sus causas y su desarrollo”.

Este médico se acercó a la escritura como diversión, mientras aguardaba la llegada de pacientes en Southsea. “Estudio en escarlata” (1887) fue la primera novela de Sherlock Holmes que escribió, y luego continuó con “El signo de los cuatro”, “Un escándalo en Bohemia: Las aventuras de Sherlock Holmes” y “El sabueso de los Baskerville”.

Pese a que el éxito obtenido le permitió dedicarse por tiempo completo a la escritura, pronto se aburrió de su personaje insignia y decidió “matarlo” en “La aventura del problema final: Las memorias de Sherlock Holmes”. A causa del revuelo que se armó (muchos jóvenes británicos llegaron a vestir de luto), Doyle se sintió obligado a resucitar al personaje en “La casa vacía: El retorno de Sherlock Holmes”.

El profesor George Edward Challenger es otro de los principales personajes ideados por este autor, que apareció en varias historias de ciencia ficción. “El mundo perdido” (1912) fue su debut, con un viaje a una aislada meseta donde descubre que distintas criaturas prehistóricas siguen viviendo.

Tras la muerte de su hijo mayor, Arthur Conan Doyle se declaró como un creyente del espiritualismo, que supone la posibilidad de hacer contacto con los espíritus de los muertos. Así dedicó varios trabajos y conferencias a esta creencia, hasta que falleció el 7 de julio de 1930.