Ciertos personajes de ficción, gracias a la forma en que fueron concebidos por sus autores, han pasado al imaginario popular casi como personas reales. El correr de los años hace que la gente comience a dudar sobre si tal individuo existió o fue una creación de algún talentoso autor.
Si bien Daniel Defoe fue uno de los primeros escritores en incursionar por el género de la novela y ganó fama de pionero en el área de prensa económica, este periodista y espía inglés ha alcanzado el éxito y el reconocimiento mundial gracias a su famosa novela titulada “Robinson Crusoe”, escrita en 1719.
Hay que decir que Crusoe tuvo un anclaje en la realidad que fue el marinero escocés Alexander Selkirk, quien vivió aislado durante cuatro años en una isla desierta del archipiélago chileno Juan Fernández. Defoe se inspiró en su historia para crear a Crusoe, a quien le atribuyó el mérito de vivir 28 años en una remota isla tropical.
La realidad y fantasía volvieron a mezclarse cuando el gobierno chileno decidió cambiar el nombre de la isla Más a tierra (donde estuvo Selkirk) por el de isla Robinson Crusoe, en homenaje a la creación de Defoe.
Claro que el náufrago no sería el único personaje ideado por el escritor nacido en 1660, probablemente en Londres. Un año después de “Robinson Crusoe”, Defoe escribiría “Aventuras del Capitán Singleton” y, más tarde, sumaría otros títulos como “Diario del año de la peste” (una novela histórica publicada en 1722 inspirada en la Gran Plaga de Londres), “Moll Flanders”, “Roxana o la amante afortunada”, “Un viaje por toda la isla de Gran Bretaña” e “Historia política del diablo”, entre otros.
En cuanto a su muerte, los datos históricos difundidos no son precisos: se dice que Defoe falleció entre el 24 y el 25 de abril de 1731, y que su sepultura tuvo lugar en Bunhill Fields, Londres.
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