Detrás de obras como «Nada se escurre», «La pieza oscura», «La orquesta de cristal», «El arte de la palabra» y «Derechos de autor» se esconde la figura de un hombre de nacionalidad chilena que logró quedar en la historia literaria de su país a fuerza de talento y creatividad.
Como el título de este artículo lo adelanta, quien creó las propuestas mencionadas líneas arriba es Enrique Lihn Carrasco, un autor que nació en la ciudad de Santiago el 3 de septiembre de 1929.
Antes de debutar en el mundo de las letras, el también responsable de «Estación de los desamparados», «Pena de extrañamiento» y «Diario de muerte» asistió primero al Saint George»s College y, más tarde, al Colegio Alemán. En 1942, además, se inscribió en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile con el propósito de formarse en dibujo y pintura, pero estas disciplinas artísticas quedaron opacadas en la vida de Lihn a partir de su decisión de dedicarse por completo a la actividad literaria.
En 1965, ya convertido en un escritor de renombre internacional, Enrique viajó a París gracias a una beca de museología que obtuvo por parte de la UNESCO. Un año después, quien fuera fundador junto a Germán Marín de la revista «Cormorán» fue distinguido con el Premio Casa de las Américas.
En la década del 70, tras residir por algunos meses en La Habana, el autor recibió la Beca Guggenheim, dirigió un taller de poesía en la Pontificia Universidad Católica de Chile y, en 1972, asumió el cargo de profesor investigador de Literatura en el Centro de Estudios Humanísticos de la Universidad de Chile.
El 10 de julio de 1988, el prolífico Enrique Lihn encontró la muerte en Santiago, la misma ciudad que lo había visto nacer.
Comentarios1
Muy interesante. Me quedo con la inquietud en conocer màs de el,
Gacias por compartirla.
Rafael.
Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.