Garcilaso de la Vega

Garcilaso de la Vega, uno de los más grandes exponentes del Siglo de Oro español, nació en Toledo alrededor del año 1496 y falleció en Niza en el año 1536. De crianza noble, se implicó en la política castellana desde muy joven. Participó de varias batallas, tanto militares como políticas, bajo el mando del emperador Carlos I, a quien acompañó a Bolonia para su coronación. Un año más tarde, por razones que no han sido desveladas, de la Vega fue desterrado dos veces, siendo Nápoles su última residencia conocida. El suelo francés vio sus últimos días, ya que las heridas que sufrió en un enfrentamiento en Provenza, lo llevaron a morir a la ciudad de Niza, probablemente sin siquiera haber cumplido cuarenta años.
Se supone que toda la obra de este excelente poeta, la cual incluye cuarenta sonetos y siete coplas castellanas, fue escrita entre los años 1526 y 1535. Casi una década después de su fallecimiento, sus escritos fueron publicados por primera vez, sin gozar de su propio espacio, en el libro titulado "Las obras de Boscán con algunas de Garcilaso de la Vega". Aunque no existen pruebas de que se conociese su faceta artística antes de esta edición, dado su inconmensurable talento y la innovación que impulsaban sus versos, esto es bastante probable.

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Poemas de Garcilaso de la Vega

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Garcilaso de la Vega:

SONETO XIII


A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón porque lloraba!

SONETO V


Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

SONETO I


Cuando me paro a contemplar mi estado
y a ver los pasos por dó me ha traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

mas cuando del camino estoy olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido:
sé que me acabo, y mas he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.

Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme,
si quisiere, y aun sabrá querello:

que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?

SONETO X


¡Oh dulces prendas, por mí mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería,
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas!

¿Quién me dijera, cuando las pasadas
horas que en tanto bien por vos me vía,
que me habiáis de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
lleváme junto el mal que me dejastes;

si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.

SONETO XXIII


En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

SONETO IV


Un rato se levanta mi esperanza:
mas, cansada de haberse levantado,
torna a caer, que deja, mal mi grado,
libre el lugar a la desconfianza.

¿Quién sufrirá tan áspera mudanza
del bien al mal? ¡Oh corazón cansado!
Esfuerza en la miseria de tu estado;
que tras fortuna suele haber bonanza.

Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos
romper un monte, que otro no rompiera,
de mil inconvenientes muy espeso.

Muerte, prisión no pueden, ni embarazos,
quitarme de ir a veros, como quiera,
desnudo espirtu o hombre en carne y hueso.

Biografía de Garcilaso de la Vega

Nació en Toledo, en el año 1501, emparentado con las familias patricias de los Pérez de Guzmán, Hurtado de Mendoza y Santillana.

Garcilaso de la Vega
Fue Caballero, a la vez, de Carlos I y del Duque de Alba, viajando con ambos como guerrero y embajador, por España, Italia y Francia.

Se casó en 1525 con Isabel de Zúñiga, quien falleció en 1534.

En 1529, viajó a Italia acompañando a Carlos I, quien sería coronado Emperador por el Papa Clemente VII.
Regresó a España, pero fue castigado con el destierro en una isla del Danubio, por haber concurrido a la celebración del casamiento de su sobrino, enemigo de la Corona, sin consentimiento imperial.

En 1532 dejó el Danubio y se dirigió a Nápoles.
Durante la campaña de Provenza, tuvo un accidente en un asalto a un castillo francés que precipitó su muerte, a los treinta y tres años, el 19 de octubre de 1536.

Su obra fue breve como su vida y está compuesta por:

* Una epístola, dirigida a su amigo Boscán.
* Dos elegías: una dedicada al hijo del Duque de Alba, Don Bernardo de

Toledo,fallecido prematuramente en la guerra, y la otra, a Isabel Freyre,
una dama portuguesa por la que sintió un gran amor, no correspondido.
* Tres églogas.
* Cinco canciones, en las cuales cultivó el endecasílabo italiano, como en
sus otros poemas.
* Treinta y ocho sonetos.
* Algunas composiciones de metro español.

Abordó en sus poesías la vida pastoril, la idealización de la naturaleza, con hierbas y flores coloridas y sanas, el agua fresca y serena, el radiante amanecer, la alegre primavera, etcétera. Los elementos del paisaje, sienten y se expresan en una animación y personificación constante, por ejemplo, "Con mi llorar las piedras se enternecen...", "...las aves que me escuchan...".

Garcilaso de la Vega
Frente a la poesía medieval, surge el antropocentrismo renacentista, centrado en los episodios de su vida personal. En ellos alude a su Toledo natal, a su destierro en una isla del Danubio y en Italia, a sus actividades de guerrero y poeta, entre otras.

Hay en sus versos un ansia incontenible de apresar el tiempo, de hacer permanente lo fugaz y material.

Según el estudio realizado por Rafael Lapesa, podemos distinguir tres etapas en la obra de Garcilaso:

La primera, es la castellana, en la que su pluma compuso versos octosílabos.
La segunda, etapa italiana o petrarquista, con notable influencia de Francesco Petrarca, donde dedicó a su amada Isabel Freyre, la mayoría de sus sonetos y canciones.

La tercera, clasicista o napolitana, con aportes de los clásicos latinos y de poetas napolitanos, concibió elegías, epístolas, églogas y odas.

Su obra no vio la luz durante su vida. Fue su amigo Boscán, quien la publicó junto a su propia producción, en el año 1543, bajo el título "Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega".

En 1569, se editó un tomo que contenía solamente la obra de Garcilaso de la Vega.

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