Para gran parte de la crítica, el escritor Paul Celan fue el lírico en alemán más destacado del periodo de posguerra. Este hombre (cuyo apellido real era Antschel), nació en Rumania el 23 de octubre de 1920 fruto del amor entre un judío sionista muy nacionalista y ortodoxo llamado Leo y Fritzi, una aficionada a la literatura que le inculcó a su hijo la lengua alemana.
En 1933, tras su Bar Mitzvah, el joven Paul se liberó de la educación en hebreo impuesta por su padre y comenzó a participar de forma activa en organizaciones judías de perfil socialista.
Cinco años más tarde, Celan partió hacia Tours (Francia) con el propósito de estudiar Medicina pero pronto regresó a Chernivtsi, su ciudad natal, para aprender Literatura y Lenguas Románicas. Su formación se vio interrumpida en 1942, año en el cual sus padres fueron enviados a campos de exterminio y él trasladado a un campo de trabajo en Moldavia.
En 1944, al recuperar su libertad, el autor que llegó a contraer matrimonio con Gisèle Celan-Lestrange (con quien tendría dos hijos) viajó a Bucarest y se dedicó a trabajar en una editorial. Tres años después, tras una breve temporada en Viena, llegaría su debut como escritor a través de «Der Sand aus den Urnen».
Ya con su primer libro publicado, Celan se mudó a Francia, gestionó la nacionalidad francesa y se ganó la vida como profesor de alemán en la Escuela Normal Superior de París, una actividad que abandonaría al viajar a Ginebra, donde destinó su tiempo a la traducción de textos político-administrativos.
«Amapola y memoria», «Cambio de aliento» y «Hebras del sol» son las propuestas más destacadas que dejó como legado este talentoso poeta que, el 20 de abril de 1970, decidió quitarse la vida arrojándose a las aguas del río Sena.
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