Sor Juana Inés de la Cruz

Sor Juana Inés de la Cruz nació en un pueblo de México en 1651 y falleció en la capital de dicho país en 1695. Se destacó como una de las escritoras mexicanas más reconocidas del siglo XVII.
Se dice que con tan sólo tres años ya sabía leer y escribir con una facilidad inaudita. Estas capacidades la llevaron a codearse con los más altos jefes de la corte del Virreinato de España y, pese a ello, a los 16 años ingresó en el convento de las carmelitas descalzas de México y más tarde en la Orden de San Jerónimo, donde permaneció siempre.
No era una devota religiosa, en realidad su inclinación por la ordenación, estuvo relacionada con el deseo de no perder sus aficiones intelectuales, de impedir que se la convirtiera (como a todas las mujeres de su época) en una esclava del sexo opuesto, en una mártir de la cocina y las tareas de la casa.
Puede notarse la gran rebeldía de Sor Juana en algunas de las poemas que se leen a continuación, entre los que se encuentran "En que la moral censura a una rosa, y en ella a sus semejantes" y "De una reflexión cuerda con que se mitiga el dolor de una pasión".

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Poemas de Sor Juana Inés de la Cruz

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Sor Juana Inés de la Cruz:

REDONDILLAS


Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Cambatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?

Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

QUE CONSUELA A UN CELOSO


Amor empieza por desasosiego,
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgos, lances y recelos;
susténtase de llantos y de ruego.

Doctrínanle tibiezas y despego,
conserva el ser entre engañosos velos,
hasta que con agravios o con celos
apaga con sus lágrimas su fuego.

Su principio, su medio y fin es éste:
¿pues por qué, Alcino, sientes el desvío
de Celia, que otro tiempo bien te quiso?

¿Qué razón hay de que dolor te cueste?
Pues no te engañó amor, Alcino mío,
sino que llegó el término preciso.

PROCURA DESMENTIR LOS ELOGIOS


Éste que ves, engaño colorido,
que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;

éste en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido:

es un vano artificio del cuidado;
es una flor al viento delicada;
es un resguardo inútil para el hado;

es una necia diligencia errada;
es un afán caduco, y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

QUEJASE DE LA SUERTE


¿En perseguirme, mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas,
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi entendimiento
que no mi entendimiento en las riquezas.

Y no estimo hermosura que vencida
es despojo civil de las edades
ni riqueza me agrada fementida,

teniendo por mejor en mis verdades
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.

CONTIENE UNA FANTASIA


Deténte, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía;
que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.

EN QUE DA MORAL CENSURA A UNA ROSA


Rosa divina que en gentil cultura
eres, con tu fragante sutileza,
magisterio purpúreo en la belleza,
enseñanza nevada a la hermosura.

Amago de la humana arquitectura,
ejemplo de la vana gentileza,
en cuyo ser unió naturaleza
la cuna alegre y triste sepultura.

¡Cuán altiva en tu pompa, presumida,
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida

de tu caduco ser das mustias señas,
con que con docta muerte y necia vida,
viviendo engañas y muriendo enseñas!

Biografía de Sor Juana Inés de la Cruz

Entre los años 1648 y 1651, nació Juana Inés de Asbaje más conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, en San Miguel Nepantla, un pueblito del valle de México. Era hija de Isabel Ramírez de Santillana y de Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca.

Sor Juana

Aprendió a leer y escribir a los tres años. Aficionada a los libros desde edad muy temprana, sobre todo teología y los textos griegos y romanos clásicos. Escribió una loa eucarística a los ocho años. Fue dama de la virreina Marquesa de Mancera y luego de intentar infructuosamente transitar por la Universidad despertó en ella la vocación religiosa.

Ingresó a la orden de las Carmelitas, pero no resistió su rigidez, integrando entonces la orden de las Jerónimas. Allí fue administradora del Convento y se dedicó a escribir textos literarios, actividad que le fue cuestionada por su confesor, Antonio Núñez de Miranda, por no ser adecuada a su condición de mujer y religiosa.

Fue apoyada en todo momento por las virreinas a quienes les dedicó muchas de sus poesías, y con su apoyo, logró despedir a su confesor lo que se expresa en la "Carta al padre Núñez", escrita alrededor del año 1682.

En 1690, el obispo de Puebla, Fernández de Santa Cruz, le editó su Carta Athenagórica (o crítica del sermón del Mandato). Esta obra teológica, fue calificada como profana por su confesor, quien le dirigió una recomendación de no alejarse del espíritu religioso en "Carta de Sor Filotea", nombre que adoptó Antonio Núñez de Miranda como seudónimo. La "Respuesta a Sor Filotea de la Cruz" por parte de Sor Juana (1691) en contestación a la Carta del obispo, es una expresión de sus convicciones del derecho de las mujeres a expresarse con toda libertad. Sin embargo, esto tendría consecuencias negativas, ya que posteriormente debió renunciar a su Biblioteca, integrada por aproximadamente 4.000 volúmenes, lo mismo que a sus instrumentos musicales (amaba la música y escribió un tratado sobre el tema, "El caracol", obra que se halla desaparecida) para no ser objeto de juicio por los Tribunales de la Inquisición.

Su obra involucra los más diversos géneros. En 1669 se publicó en Madrid "Inundación castálida" con sus doce primeras loas. Sus escritos fueron en su mayoría por encargo, según sus propias palabras, dentro del periodo conocido como Siglo de Oro, que se extiende en su caso desde el año 1680 hasta el 1688.

Escribió hermosos villancicos y otras obras religiosas, entre las que pueden nombrarse, tres autos sacramentales: "El Divino Narciso", "El cetro de José" y "El mártir del sacramento" dedicado a San Hermenegildo. En otros escritos aborda temas de tinte romántico, irónico y filosófico. En este caso se destaca su obra "El Sueño", que fue conocido como "primer Sueño", que escribió por gusto personal y no a pedido. Cuenta de 975 versos en forma de silva. Se trata de una alegoría sobre el vuelo del pensamiento y su caída.

En 1690, aparece "Carta athenagorica de la Madre Iuana Ynes de la Cruz" y en 1692 se conoce el Segundo volumen de las obras de Sor Juana Inés de la Cruz.

En 1951, que Alfonso Méndez Plancarte realizó una ordenada recopilación de sus escritos, organizándolos en cuatro tomos.

El fondo de cultura económica edita la obra de Octavio Paz, sobre Sor Juana "Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe", donde analiza pormenorizadamente la obra de esta poetisa barroca.

Con una asombrosa libertad de expresión verbalizó sustantivos y sustantivizó verbos, haciendo referencias mitológicas, con un lenguaje que a veces resulta complicado de comprender para el lector común.

Falleció en la ciudad de México en 1695.

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