El educador y escritor costarricense Carlos Gagini Chavarría, un hombre con raíces suizas que nació el 15 de marzo de 1865 en San José de Costa Rica, dejó una honda huella en el campo cultural de su país porque más allá de haber desarrollado una producción literaria extensa investigó las lenguas de Costa Rica y tuvo un importante rol en el ámbito de la enseñanza. Es importante y atractivo, por lo tanto, hacer foco en sus vivencias personales y profesionales para complementar la lectura de sus libros con referencias asociadas a saberes y experiencias laborales.
Al repasar la trayectoria del artífice de obras como “Diccionario de costarriqueñismos” y “Diccionario de barbarismos y provincialismos de Costa Rica” se advierte que dirigió instituciones académicas como el Liceo de Costa Rica y varias publicaciones, entre las cuales aparecen “Pandemonium”, “Revista Agrícola” y “Costa Rica Ilustrada”. Según se cuenta, su base de conocimientos fue autodidacta y su intención como autor fue impulsar el regionalismo costarricense con textos inspirados en pobladores, paisajes y lenguas autóctonas.
Promovió el esperanto, creó zarzuelas, se animó a originar obras de teatro (como “Don Concepción”) y demostró sus habilidades narrativas mediante “Cuentos grises”, “El árbol enfermo” y “La caída del águila”.
La idoneidad de Gagini para la escritura está plasmada, asimismo, en “Chamarasca”, “El silbato de plata”, “La ciencia y la metafísica”, “Vagamunderías y otros poemas” y “El erizo”, por enumerar otros de los libros que forman parte de su legado.
El fallecimiento de Carlos Gagini ocurrió el 31 de marzo de 1925 en la capital de Costa Rica. Para mantener vivo el interés por su figura, mucho tiempo después de su deceso salió a la luz un volumen de memorias titulado “Al través de mi vida”. De igual modo, se han llevado a cabo múltiples análisis de sus contribuciones literarias y homenajes destinados a divulgar su vida y obra.
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