El 4 de septiembre de 1876, la ciudad uruguaya de Rocha fue testigo del nacimiento de Constancio Cecilio Vigil, quien al crecer no solo llegó a enriquecer con sus aportes a las letras de su país, sino que también dejó huellas imborrables en la literatura y el periodismo de Argentina.
Este descendiente de la pareja integrada por Ventura Olid y el abogado y periodista Constancio Vigil vivió muchos años en Montevideo, donde en su adolescencia creó una revista titulada “La Alborada”, nombre que también usó para un semanario que dirigió hasta 1903. Por ese entonces, asimismo, estuvo al frente de “El País” y “La Prensa”, pero poco después abandonó la capital de su país a fin de radicarse en suelo argentino.
Ya en su patria por adopción, Constancio dio origen a dos publicaciones (“Germinal” y “Pulgarcito”) antes de cautivar a miles de lectores con “Mundo argentino”, un medio impreso que salió a la luz el 11 de enero de 1911. Más tarde, mientras cultivaba el género de la literatura infantil, Vigil creó la Editorial Atlántida, un imperio que logró seducir a toda clase de público por medio de revistas como “Para ti”, “Billiken” y “El Gráfico”.
“Los chanchin y otros cuentos”, “Misia Pepa”, “Botón tolón”, “Mangocho”, “Cartas a gente menuda”, “Marta y Jorge”, “Amar es vivir” y “La moneda volvedora” son algunos de los libros que, con ingenio y habilidades narrativas, le permitieron conquistar a chicos, jóvenes y adultos.
Constancio C. Vigil encontró la muerte el 24 de septiembre de 1954 en Buenos Aires pero su esencia es inmortal y sigue siendo valorada: prueba de ello es que, a modo de homenaje, se bautizaron con su nombre espacios culturales y entidades educativas, por ejemplo. Además, se conservan como tesoros ejemplares de obras suyas como “Vidas que pasan”, “Cabeza de Fierro y otros cuentos”, “El mono relojero”, “La reina de los pájaros” y “Las verdades ocultas”.
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