El 12 de mayo de 1812 se produjo en el barrio londinense de Holloway el nacimiento de Edward Lear, un creativo inglés que además de dedicarse a la literatura sumó experiencia como artista e ilustrador.
Según se advierte al repasar sus vivencias, perteneció a una familia numerosa y tuvo como referente a una hermana mucho más grande que él, junto a la cual decidió independizarse de sus progenitores, Ann Clark Skerrett y Jeremiah Lear, con apenas quince años de edad.
Por ese entonces, de forma autodidacta comenzó a especializarse en dibujo. Primero realizó ilustraciones anatómicas destinadas a profesionales de la salud y, más tarde, destinó su talento al reino animal. Asimismo, demostró habilidades para ejecutar instrumentos como piano, acordeón, flauta y guitarra y realizó composiciones musicales para múltiples poemas románticos y victorianos.
Antes de llegar a las dos décadas de vida lanzó “Illustrations of the Family of Psittacidae, or Parrots”, un material que lo acercó a Edward Smith-Stanley, quien lo invitó a vivir en una de sus propiedades para que Edward plasmara en papel las figuras de los ejemplares que nutrían el zoológico privado del conde de Derby. Asimismo, tuvo el honor de enseñarle dibujo topográfico a la reina Victoria de Inglaterra.
Tras recorrer el continente europeo, visitar Tierra Santa y llegar hasta India, Lear decidió instalarse en la ciudad italiana de San Remo, donde encontró la muerte el 29 de enero de 1888.
“A book of nonsense”, “The history of the seven families of the lake Pipple-Popple” y “The owl and the pussycat” son parte del legado de este autor que, a lo largo de su existencia, tuvo que hacerle frente a episodios de epilepsia, bronquitis y asma, mientras que en el último tramo de su vida sufrió una ceguera de carácter parcial. En castellano es posible apreciar sus habilidades artísticas mediante propuestas como “Los jumblies y otras canciones del sinsentido”, “Disparatario” y “Libro de nonsense”.
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