Elizabeth Barrett Browning

El 6 de marzo de 1806 se produjo cerca de la ciudad inglesa de Durham el nacimiento de Elizabeth Moulton-Barrett, una niña que al crecer elegiría dedicarse a la escritura y lograría, gracias a su compromiso y talento, quedar en la historia como una de las poetisas más admiradas de la era victoriana.

Esta descendiente de la pareja compuesta por Mary Graham-Clarke y Edward Moulton-Barrett fue instruida en su propio hogar por el tutor de su hermano, pero además había logrado aprender griego por ser amiga de Hugh Stuart Boyd, un helenista ciego que residía cerca de su vivienda.

Durante la adolescencia, esta mujer de espíritu religioso que sentía verdadera afición por la lectura de clásicos contrajo una enfermedad pulmonar y, a raíz de ello, sus padres comenzaron a tratarla como una inválida y la mantuvieron aislada en la casa familiar. Si bien su dolencia había vuelto muy frágil a su salud, su estado no fue un impedimento para comenzar a dar sus primeros pasos en el mundo de las letras.

«Ensayo sobre la mente y otros poemas», «Prometeo encadenado», «El serafin y otros poemas», «El lamento de los niños», «El drama del exilio», «El galanteo de Lady Geraldine», «Sonetos del portugués» y «Las ventanas de la casa Guidi» son algunos de los títulos que permiten apreciar, hoy en día, sus capacidades literarias.

Para su sorpresa, su salud empezó a mejorar al cambiar su estilo de vida, una transformación que llegó a partir de que Elizabeth decidió contraer matrimonio a espaldas de su familia y se fugó con su amor, el poeta Robert Browning, a quien conoció luego de que éste comenzara a enviarle cartas para alabar su poesía. Fruto de esa relación, en 1848 nació su hijo Robert.

Elizabeth Barrett Browning falleció el 29 de junio de 1861. Sus restos se encuentran desde entonces en el cementerio protestante de Florencia, Italia.