El dramaturgo y escritor argentino Héctor Medina, más conocido y recordado por el seudónimo de Emeterio Cerro, llegó a este mundo el 3 de diciembre de 1952 en la ciudad bonaerense de Balcarce.
Tras completar la licenciatura en Psicología y formarse en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, este autor viajó a Francia a mediados de la década del ‘80 para asistir a la Universidad de la Sorbona, donde se perfeccionó en lingüística. Desde entonces, vivió y trabajó en París.
Al repasar su carrera no solo se descubre o recuerda que creó una compañía de teatro bautizada como “La Barrosa” sino que también recobran importancia los relatos, novelas, obras teatrales y poesías que le permitieron dar a conocer, a escala internacional, sus habilidades para la escritura.
“La Bulina”, “El Salvatierra”, “Los Fifris de Galia”, “El Bristol”, “Los teros del Danubio” y “Sangre Salomé” son algunos de los títulos de su autoría.
En 1996, Cerro viajó al país que lo vio nacer con la idea de presentar dos propuestas (una pieza teatral y un libro) pero jamás imaginó que, por obra del destino, ya nunca podría irse de suelo argentino. Sus últimos días de vida fueron intensos: el 10 de diciembre del mencionado año llegó a Argentina para presenciar el estreno de su propuesta denominada “Las Guaranís”, función que tuvo lugar al día siguiente. Durante el transcurso de ese espectáculo, según trascendió en ese entonces, el autor experimentó un malestar pero no abandonó la sala antes de tiempo. Horas más tarde, cuando transcurría el 12 de diciembre, en el porteño hospital Piñero los médicos intentaron mejorar su estado pero, a raíz de una descompensación respiratoria, Héctor Medina murió. Lamentablemente no pudo asistir al lanzamiento de “Cuervos en gomina”, pero sus amigos aprovecharon ese evento para rendirle homenaje a este escritor cuyos restos fueron llevados a Balcarce para su descanso eterno.
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