La autora estadounidense Emily Elizabeth Dickinson demostró que es posible quedar en la historia de la literatura pasando buena parte de la vida en una habitación y negándose sistemáticamente a publicar sus creaciones literarias.
Nacida el 10 de diciembre de 1830 en Amherst, se crió en una familia protestante de ferviente apego a la religión, con varios integrantes que ocuparon importantes cargos públicos. El padre de Emily, por ejemplo, fue juez, diputado y senador.
Dickinson estudió en la Amherst Academy y recibió una formación más completa que la mayoría de las mujeres de su época. Además asistió al Holyoke Female Seminary, una experiencia que constituyó su primer alejamiento de la casa paterna.
Debido a su salud endeble, Dickinson abandonó el seminario y regresó a su hogar. Su formación continuó a través de cartas que enviaba a personas que consideraba valiosas para que le sugirieran lecturas, como Benjamin Franklin Newton, Charles Wadsworth y Thomas Wentworth Higginson.
Los fallecimientos de Newton y Wadsworth causaron una gran conmoción a Dickinson, quien se refugió en la poesía. La escritora dejó de salir de su casa e incluso de su habitación. Dickinson escribía con frecuencia pero prefería no publicar sus poemas: apenas se los leía a algunos familiares, como su cuñada y su prima, y a otros pocos elegidos.
De este modo, sólo cinco poemas de Dickinson se publicaron mientras la escritora estaba viva. Cuatro fueron presentados por Samuel Bowles –conocido de Dickinson– en un diario, sin que esté claro si la autora había autorizado su publicación. El quinto apareció en una antología, sin su firma.
Afectada por la enfermedad de Wright, Emily Dickinson murió el 15 de mayo de 1886. Fue Lavinia Norcross Dickinson, su hermana menor, quien encontró las obras inéditas de Emily y se encargó de compilarlas y editarlas. Los expertos sostienen que la mayoría de los poemas de Dickinson refieren a un amor con quien no se pudo casar.
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