El 16 de febrero de 2017, la artista Emira Rodríguez dejó a raíz de su fallecimiento un vacío imposible de llenar en las letras de Venezuela.
Al hacer foco en la figura de esta mujer que además de dedicarse a la poesía sumó experiencia como narradora, artesana y pintora salen a la luz numerosos datos de interés que permiten descubrir quién y cómo era esta autora que nació el 13 de enero de 1929 en la ciudad venezolana de Porlamar y vivió mucho tiempo en territorio italiano.
Sus primeros pasos como escritora, según se cuenta, los dio a espaldas de su primer esposo y, ya de regreso en su tierra natal, ingresó en la revista “Zona Franca” desarrollando en un principio tareas administrativas: así fue haciendo camino a nivel literario.
La difusión de sus relatos y composiciones poéticas se inició en 1970, años después de haber celebrado su boda con el crítico y escritor Juan Liscano, cuya biografía se encuentra desde hace tiempo en Poemas del Alma. “Papeles de Son Armadans” y “Cuadernos Hispanoamericanos” fueron algunos de los medios que, por ese entonces, publicaron textos suyos.
Cabe destacar que la hermana del también escritor Renato Rodríguez cautivó a numerosos lectores a través de títulos como “Malencuentro pero tenía otros nombres”, “La casa de Alto” y “Como sueños ajenos”. Además, varias de sus creaciones literarias fueron recogidas en antologías como “El hilo de la voz” (a cargo de Ana Teresa Torres y Yolanda Pantin) y “Poesía en el espejo” (de Julio Miranda).
Ahora que Emira Rodríguez ya no está físicamente en este mundo, interesarse por su trayectoria, descubrir las imágenes de archivo que conserva de ella la Biblioteca Nacional de Venezuela y darle valor a su legado son formas de mantener viva y vigente una producción que, desde hace décadas, enriquece al ámbito de las letras.
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