La Generación del 36, también conocida como la primera generación de la posguerra, constituye uno de los grupos literarios más trascendentes de la literatura española, con integrantes como Miguel Hernández, Blas de Otero, Miguel Delibes, Pedro Pérez Clotet y Camilo José Cela, entre muchos otros. En dichos movimiento también se incluye a Enrique Azcoaga, un destacado escritor que nació el 27 de mayo de 1912 en la ciudad de Madrid.
Tras formarse en la Escuela de Artes y Oficios, Azcoaga viajó por diversas localidades de su tierra natal para dedicarse a tareas de promoción cultural. En ese recorrido conoció al mencionado Hernández, que se convertiría en una importante influencia en su labor literaria.
Azcoaga fue colaborador de varios medios de comunicación, como «Luz» y «El Sol», y formó parte de la iniciativa educativa estatal del Patronato de Misiones Pedagógicas. Su primer libro, titulado «Línea y acento», le permitió ganar el Premio Nacional de Literatura, aunque nunca llegó a editarse. Con el tiempo publicaría obras como «La piedra solitaria», «Del otro lado», «El canto cotidiano», «El empleado», «Dársena del hombre», «La arpista» y «España es un sabor», entre otros.
En el marco de la Guerra Civil Española, Azcoaga abandonó su país y vivió más de una década en Argentina, un país donde fundó y/o editó revistas como Mairena, Atlántida y La Hoja Literaria. De regresó en España, siguió escribiendo y publicando y recibió reconocimientos como el Premio José Lázaro Galdiano (en este caso, otorgado por su trabajo como crítico de arte).
El tramo final de su vida lo encontró en la presidencia de la Asociación Española de Críticos de Arte. El fallecimiento de Enrique Azcoaga se produjo en marzo de 1985, a los 72 años de edad. El autor dejaría numerosos textos sin publicar, muchos de los cuales aún siguen inéditos por su propia voluntad.
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