El surrealismo tuvo varios exponentes destacados dentro de la poesía chilena, como Teófilo Cid y Braulio Arenas. Dentro de ese grupo no se puede dejar de mencionar a Enrique Gómez Correa, un escritor, diplomático y abogado que nació el 15 de agosto de 1915 en la ciudad de Talca.
Gómez Correa, de hecho, conoció a Cid y a Arenas cuando desarrollaba sus estudios secundarios en Talca. Unos años después, mientras cursaba Derecho en la Universidad de Chile, se reunió con estos dos autores para la fundación de La Mandrágora, una agrupación vinculada al arte surrealista que publicó una revista muy influyente, con colaboradores destacados como Gonzalo Rojas, Vicente Huidobro y otros.
El surrealismo también apareció en la tesis que le permitió recibir su título de abogado. El trabajo, titulado “Sociología de la locura”, mostraba la influencia de este movimiento al que se acercó aún más entre 1949 y 1951, cuando vivió en París y conoció a André Breton.
Su producción literaria se compone de poemarios y ensayos como “Las hijas de la memoria”, “La noche al desnudo”, “Cataclismo en los ojos”, “El calor animal”, “La pareja real” y “Las cosas al parecer pedidas”, entre otros libros. Sus obras lo acercaron a autores como Pablo de Rokha y Huidobro, mientras que lo enfrentaron a Pablo Neruda (a quien consideraba poco original).
Gómez Correa se inició en la diplomacia en 1963. En los años siguientes, fue representante de Chile en Suiza, Siria, Yugoslavia, Líbano y Guatemala, hasta que el golpe de Estado perpetrado por Augusto Pinochet puso fin a su trayectoria diplomática.
Debido a un cáncer en su columna vertebral, Enrique Gómez Correa pasó los últimos doce años de su vida postrado. El 27 de julio de 1995, poco antes de cumplir ochenta años, se produjo su fallecimiento en la comuna de Providencia (Santiago).
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