A comienzos del siglo XX, la poesía ecuatoriana se enriqueció con los aportes de los integrantes de la Generación Decapitada. De dicho grupo formaba parte Ernesto Noboa y Caamaño (también nombrado como Ernesto Noboa Caamaño), nacido el 11 de agosto de 1889 en la ciudad de Guayaquil.
Junto a sus padres (Rosa María Caamaño y Gómez Cornejo y Pedro José Noboa y Carbo), se instaló en Quito durante la adolescencia. En la capital ecuatoriana comenzó a mostrar su talento poético gracias a publicaciones en revistas y periódicos, entre ellos El Telégrafo, además de participar en diversas tertulias y encuentros culturales. Allí también entabló amistad con Arturo Borja.
Con la intención de hallar un contexto acorde para dar rienda suelta a su sensibilidad literaria, Noboa y Caamaño decidió viajar a Europa. A su regreso continuó con su labor poética, teniendo como referentes a autores como Paul Verlaine, Edgar Allan Poe, Juan Ramón Jiménez y Rubén Darío.
Noboa y Caamaño siempre se sintió cercano a los llamados “poetas malditos” de Francia. Aquejado por sus propios problemas existenciales, solía tratar de combatir la angustia con un elevado consumo de alcohol y drogas.
En 1922, Noboa y Caamaño presentó el poemario “Romanza de las horas”, impreso en la Universidad Central de Quito. Esta obra, junto a sus aportes a distintas publicaciones, le permitió erigirse como un importante representante del modernismo en el territorio ecuatoriano.
La posibilidad de desarrollar una carrera en la literatura no le sirvió de consuelo. El 7 de diciembre de 1927, cuando tenía 38 años de edad, optó por quitarse la vida. Por entonces trabajaba en la creación de “La sombra de las alas”, que iba a convertirse en su segundo volumen de poesías.
En 2013, Ediciones la Biblioteca Digital reunió poemas de Ernesto Noboa y Caamaño como “Emoción vesperal”, “Morfina”, “Hastío” y “Ego sum” en un libro electrónico que tituló, simplemente, “Poesías”.
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