El mexicano Federico Gamboa Iglesias, un diplomático y novelista que llegó a ser en su país uno de los exponentes más sobresalientes de la corriente naturalista, nació el 22 de diciembre de 1864 en la Ciudad de México.
Durante su juventud asistió a la Escuela Nacional de Jurisprudencia para formarse como notario pero en 1884 abandonó sus estudios para ganarse la vida en un juzgado civil como escribiente. En esa época y hasta 1888, dividió su tiempo entre las leyes y el periodismo.
“Desde mi mesa” era la columna que escribía para el periódico “El Diario del Hogar”, firmando sus textos con el seudónimo “La Corcadiere”. Desempeñarse como segundo secretario dentro del Servicio Exterior Mexicano fue su siguiente desafío: en ese rol, visitó el suelo guatemalteco y el territorio argentino. En 1896, Gamboa aceptó el puesto ofrecido por la Secretaría de Relaciones Exteriores para ser jefe del área de Cancillería.
Tas ser encargado interino de negocios en Guatemala (país donde llegó a asumir el cargo de ministro plenipotenciario), Federico estuvo en Washington como primer secretario de la delegación mexicana. A lo largo de su trayectoria también cumplió funciones en Bélgica y España, por ejemplo.
A los lectores los empezó a seducir en 1889 con “Del natural”, ofreciéndoles también en 1892 un material de lectura titulado “Apariencias”. “Suprema Ley”, “Impresiones y recuerdos” y “Santa” son otros libros creados por este hombre que, en noviembre de 1889, fue admitido por la Real Academia española como integrante extranjero de la academia correspondiente y que en marzo de 1909 empezó a integrar la Academia Mexicana de la Lengua, entidad que dirigió entre 1923 y 1939. La Academia Colombiana de la Lengua, por su parte, lo sumó como “Individuo Honorario” en 1935.
Federico Gamboa, quien acompañado por su esposa María Sagaseta y su hijo vivió varios años en Estados Unidos y Cuba en condición de exiliado, murió en la Ciudad de México el 15 de agosto de 1939.
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