En 1857 se produjo en la localidad navarra de Lodosa el nacimiento de Federico Lafuente López-Elías, un intelectual español que sumó experiencia como escritor, abogado y periodista. Como su esencia sigue viva en su legado y su figura recobra relevancia cada vez que un libro suyo es leído o recomendado, en esta oportunidad los invitamos a conocer o repasar sus vivencias personales y profesionales a fin de renovar el interés general por él y sus obras.
En primer lugar es importante señalar que este hombre que le transmitió la pasión por la labor literaria a su hijo Marcial (cuya biografía se encuentra disponible en Poemas del Alma desde hace tiempo), aportó textos a periódicos de Toledo y de Madrid, así como también asumió la dirección de medios como “El Centro” y “Heraldo Toledano”.
Al repasar la trayectoria de quien fuera integrante de la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias y Artes salen a la luz sus aportes culturales, dejando al descubierto una producción digna de apreciar que trasciende tiempos y fronteras.
No se puede dejar de mencionar que mucho antes de dar a conocer una publicación con más de cien romances y un título muy extenso que se inicia con la frase “El romancero del Quijote” (gracias a la cual alcanzó una gran notoriedad), Lafuente lanzó en 1886 una leyenda en verso de carácter histórico denominada “Zayda”. De su incursión en el ámbito teatral, en tanto, surgieron propuestas como “Deudas de honor. Drama en un acto”, “Mártir de honor” y “En el crimen el castigo”.
“La concepción de Murillo”, “Los corazones pequeños” y “En el Filandero. Cuentos de la montaña”, por otra parte, evidencian las aptitudes en el plano narrativo del también responsable de “Para niños. Tardes grises. Impresiones íntimas en líneas cortas”.
El 9 de junio de 1927, de acuerdo a los registros, Federico Lafuente encontró la muerte en Toledo.
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