La vida del editor, periodista y escritor hondureño Luis Felipe Elvir Rojas comenzó el 17 de junio de 1927 en Las Ánimas, una aldea perteneciente a la ciudad de Danlí.
Tras completar la primaria en las escuelas El Esfuerzo y Pedro Nufio de su localidad natal, este descendiente de la pareja compuesta por Rosaura Elvir (quien le transmitió su pasión por el género poético) e Ismael Rojas fue alumno del Instituto Departamental de Oriente, entidad en la cual se recibió como maestro de primaria al igual que su hermano Horacio. Por ese entonces, Felipe comenzó a declamar poemas y a dedicar tiempo a la escritura, la actividad que, con los años, le permitiría obtener fama internacional y ganar un lugar en el mundo de las letras. Después, de todas formas, amplió su formación en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, donde se licenció en Ciencias Jurídicas y Sociales.
Al repasar la trayectoria de este hombre que, al momento de crear contenidos poéticos, se inspiró en la naturaleza, la paz, la justicia, la política y la vida en general, no se puede dejar de mencionar que trabajó en “El Pueblo” como redactor jefe, fue columnista de “La Tribuna” y fundó, en 1956, una revista bautizada como “Pegaso”. Por otra parte, se desempeñó como diputado liberal, viceministro de Cultura y ministro de Gobernación.
“Perfil de Rigoberto López Pérez”, “Puños crispados”, “El fuego de las palabras”, “La muerte hasta en los labios” y “Prisma íntimo” son algunos de los títulos que forman parte de la producción literaria de este poeta que, en 1987, fue recompensado con el Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa.
Felipe Elvir Rojas, quien contrajo matrimonio con Socorro Zavala y tuvo junto a ella cuatro descendientes (Luis Felipe, Ana, Claudia y Dora), encontró la muerte en Tegucigalpa el 11 de agosto de 2005 como consecuencia de un infarto.
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