Para poder reconstruir la vida del escritor y compositor uruguayo Felisberto Hernández hay que viajar en el tiempo y llegar hasta el 20 de octubre de 1902. Ese día, en Montevideo, comenzó a escribirse la historia de este hombre, el primogénito de la pareja conformada por Juana Hortensia Silva y Prudencio Hernández González.
Su familia se ampliaría en los años siguientes con los nacimientos de sus hermanos: Deolinda, Ismael y Mirta.
A muy temprana edad, este autor que asistió a la Escuela Artigas de Enseñanza Primaria inició estudios de piano de la mano de la profesora francesa Celina Moulié y, a partir de 1915, amplió sus conocimientos artísticos guiado por Clemente Colling, quien lo instruyó en armonía y composición. Guillermo Kolischer fue otro de sus maestros. En relación a esta actividad, es interesante señalar que, como pianista, además de dar clases particulares, Felisberto brindó varios recitales, tanto en Uruguay como en Argentina.
María Isabel Guerra, una maestra a la cual conoció en 1919, fue su primera esposa. La boda tuvo lugar en 1925 y, un año después, Hernández estrenó la paternidad con el nacimiento de su hija Mabel. En 1931, la pareja se separa de manera definitiva: en 1935, el creador de obras como “Fulano de tal”, “Libro sin tapas”, “La cara de Ana” y “La envenenada” rehace su vida sentimental junto a Amalia Nieto, una pintora con la cual se casó en 1937 y, en 1938, trajo al mundo a Ana María, su segunda descendiente. Tras la ruptura con ella, Felisberto se enamoró de Paulina Medeiros y, con su respaldo e incentivo, comenzó a dedicar cada vez más tiempo a la creación literaria. Lejos de hallar estabilidad en materia de amor, el autor se dejó cautivar luego por los encantos de María Luisa Las Heras, su esposa desde 1949 pero por poco tiempo: la escritora y profesora Reina Reyes sería su próxima conquista y, más tarde, cobraría protagonismo María Dolores Roselló.
El también responsable de “Por los tiempos de Clemente Colling”, “El caballo perdido”, “Nadie encendía las lámparas” y “La casa inundada” falleció en su localidad natal el 13 de enero de 1964.
Comentarios1
Se sabe hace un tiempo que María Luisa Las Heras en realidad no tenía ese nombre y su profesión real era la de espía rusa que utilizó al escritor para cumplir actividades en Montevideo.
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