Fernando Silva Espinoza

El nicaragüense Fernando Antonio Silva Espinoza, además de dedicarse a la creación de ensayos, novelas, poesías y cuentos, sumó experiencia como pintor, lingüista y médico.

Quien perteneciera a la Generación Literaria de los años ’80 llegó a este mundo el 1 de febrero de 1927 en Granada, fruto del amor entre Concepción Espinoza y Francisco Silva Guerrero.

Con apenas seis años de edad sufrió la pérdida de su madre y quedó al cuidado de sus tías ya que su padre debía trabajar para mantenerlo. Con él, de todos modos, se reencontró tiempo después, mudándose juntos a la localidad de Río San Juan.

Durante la adolescencia, Fernando retornó a su ciudad natal para ampliar sus conocimientos académicos, que profundizó más tarde en el municipio nicaragüense de León, en la Ciudad de México y en París, donde cursó la especialidad en Pediatría.

A lo largo de su trayectoria, este hombre que formó una familia junto a Gertrudis Molina Argüello (la madre de sus cuatro hijos) dirigió en Managua el Hospital Infantil La Mascota, así como también integró la Academia Nicaragüense de la Lengua como miembro de número, representó al Frente Sandinista como diputado en la Asamblea Nacional, fue parte de la Cofradía de Escritores y Artistas Católicos del Taller San Lucas y participó en el Consejo Supremo Electoral como magistrado.

“Barro en la sangre”, “El caballo y otros cuentos”, “De tierra y agua”, “La foto de familia”, “Con el tiempo en las manos”, “El comandante” y “El vecindario” son parte de la producción literaria de Fernando Silva Espinoza, el responsable de numerosas obras que fueron traducidas a múltiples lenguas.

El 1 de octubre de 2016, la vida de este afamado autor que acumuló distinciones como el Premio Nacional Rubén Darío, el Premio de La Prensa Literaria y el Premio de Cuentos Ricardo Morales Avilés, llegó a su fin en la capital de Nicaragua.



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